Las personas autistas tienen una forma de pensar diferente a la de las personas no-autistas.
Imagínate que te estás lavando los dientes. Tu cerebro piensa en muchas cosas cuando te estás lavando los dientes.
Piensas en cómo sostener el cepillo de dientes, en cómo ponerlo en tu boca, en cuánto tiempo te cepillarás los dientes. El autismo puede influir en tu forma de pensar en esos detalles.